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EL CANGREJO ERMITAÑO vs. FRANKENSTEIN: LA TANATOCRESIS COMO ESTRATEGIA DE REACTIVACIÓN URBANA

1. Frankenstein: la artificiosidad de la reencarnación.

Desde que en los tiempos del romanticismo se deleitasen contemplando una ruina, y se comenzase a tratar el legado material arquitectónico como un objeto de contemplación que nos traslada al modo de vida de tiempos pasados. Las únicas muestras materiales que hablan del nuevo tiempo que ha de vivir el edificio con frecuencia se reducen a piezas puntuales (ventanas, refuerzos estructurales, instalaciones...) que, a modo de cicatrices, hacen patente (tan sólo a aquellos que tienen el ojo educado) la reutilización material de un cuerpo ya muerto, al modo que hizo Victor Frankenstein en la novela de Mary Shelley con los cuerpos muertos que sirvieron de cuerpo a la criatura a la que dio vida.

2. El cangrejo ermitaño: un huésped en un caparazón anfitrión

Frente a la acción de la reencarnación creemos más adecuada la tanatocresis como estrategia de reactivación urbana. La tanatocresis es una relación interespecífica entre un organismo vivo y otro organismo muerto en donde el primero hace uso de una parte del segundo. El ejemplo más claro de este fenómeno es el uso que hace el cangrejo ermitaño de las conchas de caracola para proteger su abdomen blando.  

Lo interesante de esta acción es que se asume el tiempo pasado del cuerpo anfitrión. No se modifica ni se hace propio, simplemente se utiliza como escudo que dote al organismo huésped de alguna propiedad carente en su cuerpo.

El viejo organismo Matadero ha muerto, y su cuerpo abandonado está siendo tomado por nuevos organismos vivos característicos de la nueva realidad urbana de Madrid. 

Los nuevos usos incorporados, si asumimos la tanatocresis como estrategia de reactivación, serán organismos vulnerables que aprovechen las cualidades del cuerpo anfitrión de las naves del antiguo Matadero, propiedades que dotarán al uso introducido de protección material y tectónica. Se trata de usos que asumen el paso del tiempo como realidad incuestionable; frente a la artificiosidad de la permanencia material, los nuevos organismos huéspedes asumen la mutabilidad, la transitoriedad y la variabilidad espacio-temporal como algo inherente a su propia existencia.

EL JARDÍN DE LA MEMORIA. PROPIEDADES DEL CAPARAZÓN EXISTENTE: ATROFIA SENIL Y RECOLONIZACIÓN NATURAL.

ATROFIA SENIL: LA MATERIA SE DEGRADA CON EL TIEMPO.

 

"El tiempo es la materia de la que he sido creado."

 

Jorge Luis Borges

 

A la hora de colonizar las naves 8 y 9 del antiguo Matadero de Madrid como caparazón anfitrión del los diversos centros de creación y producción artística engendrados desde el área de cultura del Ayuntamiento de Madrid se toma el paso del tiempo, en sus manifestaciones materiales, como esencialmente definitorio de la actuación de conservación de los restos edificados de las ciudades.

La materia edificada se deteriora con el paso del tiempo y con el uso desarrollado en el intervalo pasado. Esto es una realidad incuestionable. Se pueden interponer medios de cirugía estética que la oculten, pero dichos medios no serán sino un artificio cosmético o una prótesis matérica que disfracen la percepción de la realidad. La agerasia o vejez exenta de los achaques derivados de la edad no existe.

En este caso se toma como base la realidad material de las naves 8 y 9 del antiguo Matadero de Madrid, transmitida hasta nosotros a través de los informes de estado material realizados por el CEDEX (Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas). En base a las patologías descritas como graves, aquellas en las que las armaduras de hormigón han estado expuestas en el tiempo y ha aparecido corrosión en el acero (proceso no reversible de la materia férrea), se interviene en la estructura de ambos restos edificatorios, extirpando las patologías y cicatrizando la herida mediante un brochal perimetral de reparto de cargas.

 

Por tanto, la forma de los huecos intervenidos en el forjado y la desaparición de elementos portantes, no es sino la manifestación de la degradación existente de la materia estructural existente (vigas, forjados y pilares de hormigón) que brota por la aceleración de un proceso de la realidad material (cirugía interventiva frente a la cirugía plástica).

 

RECOLONIZACIÓN NATURAL: DESAPARICIÓN DEL BORDE. EL JARDÍN DE LA MEMORIA COMO ESPACIO FRONTERA.

Observemos con detenimiento el caparazón habitado por el cangrejo ermitaño. Entre el caparazón y el cangrejo hay aire o agua, según el medio, pero también hay arena, han crecido líquenes, incluso en ocasiones hay lapas u otros huéspedes posados en la superficie de la caracola. La naturaleza ha continuado con el proceso de recolonización propio de la existencia material.

En aquellos tiempos en los que la ruina fue recuperada como inductora de la memoria se asumía que, para que el recuerdo del edificio original formase parte de la realidad vivida, era necesario permitir, e incluso potenciar, la acción de la naturaleza en el tiempo sobre el resto edificado. La naturaleza, si no es detenida por la acción del hombre, recupera siempre el territorio perdido.

Esta estrategia es clara en una ciudad como Roma, en donde la convivencia entre los restos arquitectónicos del tiempo pasado y la realidad actual de una ciudad que es capital de uno de los países más desarrollados del mundo, permite reconocer que la reconstrucción no es el único camino para el correcto funcionamiento de la superposición de estratos espacio temporales que es la compleja realidad de una ciudad histórica.

A nadie se le ocurriría reconstruir la Basílica de Magencio para utilizar el edificio a día de hoy como una sala de exposiciones. Si visitamos los restos del edificio lo hacemos pisando hierba en el camino, ha crecido musgo entre los ladrillos y sin embargo la presencia de la obra permanece.

Como se ha descrito anteriormente, en el caso de las naves 8 y 9 del antiguo Matadero de Madrid como caparazón anfitrión se toma el paso del tiempo, en sus manifestaciones materiales, como esencialmente definitorio de la actuación de conservación de los restos edificados de las ciudades. Si la primera manifestación material del paso del tiempo era la degeneración de la materia, la segunda es la recolonización por parte de la naturaleza de la materia edificada.

La naturaleza toma el borde de la materia edificada erosionada por el tiempo formalizándose en un jardín de la memoria, que no es sino un espacio frontera que funciona como colchón funcional que permite la difusión del borde entre exterior e interior. Este espacio frontera o colchón es utilizado de la misma manera que se utiliza el interior puesto que no todas las actividades desarrolladas en el tríptico de centros de producción y difusión artística necesitan hacerse en un espacio interior, de hecho, muchas de las actividades estarán mejor ubicadas en un espacio natural protegido y ventilado naturalmente. De este modo desaparece el límite o borde del edificio. ¿Cuál es ahora el interior? ¿Dónde comienza el interior: tras los muros de las naves del antiguo Matadero o tras la leve membrana que diferencia el jardín y el centro? ¿Es el jardín tras los muros interior o exterior? ¿Es posible desarrollar nuestras actividades especializadas en contacto con la naturaleza?

 

  1. ESTRATEGIA MEDIOAMBIENTAL: la generación de un microclima o el jardín como colchón climático.

 

La decisión de interponer un jardín entre los muros originales de las naves 8 y 9 del antiguo Matadero de Madrid y el uso huésped definitivo, además de responder a cuestiones de coherencia histórica y matérica, proporciona al nuevo edificio un colchón climático que lo protege de las condiciones climáticas madrileñas, generando en el nuevo borde un microclima que amortigua las condiciones del clima mediterráneo continentalizado de Madrid.

El jardín frontera (jardín de la memoria) cuenta con una red de elementos técnicos que permiten la manipulación climática del jardín, éstos van desde un sistema de vaporizadores de agua para verano como una red de distribución de gas natural con válvulas de seguridad a las que se pueden conectar calefactores de manera puntual para poder desarrollar determinadas actividades en invierno. El crecimiento vegetal se asegura mediante la incorporación de un sistema de drenaje y de sustrato ligero que permite el cultivo intensivo, así como un sistema de iluminación artificial mediante iluminación de bajo consumo de diversas temperaturas de color y de diversos espectros lumínicos de manera que se garantice la radiación lumínica necesaria para las especies vegetales plantadas.

La existencia del microclima proporcionado por el jardín perimetral de la memoria no sólo permite el uso de éste con la misma libertad que el interior del edificio con unas condiciones medioambientales excelentes, sino que además minimiza el consumo energético al amortiguar la relación entre las condiciones medioambientales interiores y exteriores, permitiendo la utilización directa del aire del colchón climático para aclimatar el interior minimizando la necesidad de aportación energética tanto en verano como en invierno, pero especialmente en primavera y otoño.

MATERIALIZACIÓN DEL NUEVO BORDE EDIFICADO: LA MEMBRANA OSMÓTICA

Una vez se ha entendido que el nuevo uso está protegido inercialmente por el cascarón del antiguo Matadero de Madrid y climáticamente por el colchón climático del jardín de borde, la materialización del nuevo borde edificado puede reducirse a una leve membrana osmótica que permita el paso de luz, de aire (controlado y variable) y de personas (puntual y controladamente).

La membrana osmótica que divide separa el interior del nuevo uso huésped en el antiguo Matadero de Madrid será transparente, separando visualmente el interior del espacio frontera del jardín únicamente mediante la refracción y la reflexión propias del vidrio curvado; será también transpirable, a través de unas escotillas abiertas a modo de poros que permitirán la ventilación natural en los intervalos anuales en los que las condiciones climáticas no requieran de ningún apoyo energético a la climatización; será desmontable para minimizar la huella del uso en el cascarón anfitrión y será permeable a las personas en los puntos necesarios.

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