Existen diversas formas de proyectar en arquitectura, cada arquitecto tiene una trayectoria o múltiples maneras de llegar a un resultado. Los intereses de cada profesional se ven reflejados en las ideas y en los proyectos que realizan.
Para algunos la efectividad es su principal motor, para otros los valores económicos y de mercado, o los valores estéticos, sociales, etc. En mi trabajo influye todo lo que veo, lo que se me pasa por la cabeza, según el momento en que me encuentre, pero principalmente mis proyectos responden a un proceso que parte de un interés concreto, una reflexión, pensamiento, etc., y que se materializa con rapidez, luego puede sufrir cambios y transformaciones.
En mis proyectos me interesan las soluciones sencillas y rotundas, utilizar elementos y materiales económicos, aunque no sean los más modernos, reutilizar lo que aún funciona, los espacios que tienen carácter sin ser diseñados a la última o hasta el último detalle. Prefiero los resultados espontáneos, más inacabados, que permiten ser transformados en momentos posteriores si es necesario, sin perder su esencia, y esto no significa que no estén pensados o ejecutados con cuidado.
Me interesan las posibilidades de los espacios desocupados de la ciudad, los edificios abandonados, espacios sin diseñar que resultan muy estimulantes por contraposición al exceso de diseño de las ciudades y los espacios que nos rodean.