El nuevo Espacio Joven surge de la necesidad de facilitar servicios y recursos culturales a los jóvenes, fomentando el encuentro y participación de colectivos y asociaciones juveniles. Ubicado en un área preferente del centro de la ciudad, la propuesta se concibe como un lugar de creación, aprendizaje y desarrollo frente al riesgo de convertirse en un bar más, o a la idea baldía de recinto protector para menores.

El casco histórico de Fraga se caracteriza por su densidad, elevadas pendientes, calles estrechas y pequeñas plazas, creando una atractiva trama que frente a un tristemente habitual grado de degradación, a menudo olvida el potencial que ofrecen los patios interiores, generalmente destinados a la marginación y acumulación de residuos. Ante esta situación, pensamos que más que los objetos, son estos vacíos los que deben aportar la personalidad y el valor añadido a un tejido tan compacto, como auténtico elemento vertebrador del proyecto, y proponemos volcar toda la actividad hacia el interior, recuperando así para la ciudad un interesante fragmento de la muralla moderna, y creando un vacío que absorba el flujo del Segoñé mediante la incorporación de un hipnótico túnel que lo enmarca desde el exterior.

Evitando estridencias formales, el nuevo espacio joven se integra suavemente en la trama como una renovada pieza del puzzle, ofreciendo al paseo una fachada sobria, que mantiene la estética tradicional y ayuda a crear un frente unificado de equipamientos en el Segoñé, ofreciendo actividad cultural permanente. Imagen que contrasta intencionadamente con la que se percibe desde el interior del túnel y el patio que, pensada desde la idea de una gran peña de chapa, como un espacio de encuentro, crea un punto de referencia para los jóvenes atrayéndoles a los orígenes de la ciudad.
Mientras una envolvente de chapa se pliega sobre el edificio creando una contraposición material que dialoga con los áticos y sobreáticos tradicionales del entorno inmediato, se opta por el color verde por su capacidad de transmitir luz y vitalidad, evocando los paisajes naturales, cual plantas trepadoras que ascienden por la fachada hasta diluirse con la cubierta. Esta voluntad de relacionar las diferentes alturas de un edificio a través del patio, de la misma forma que una comunidad de vecinos bien avenida, se materializa mediante la introducción de balcones y terrazas en cada planta, que a su vez quedan conectadas por el rocódromo adherido.

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