Norman Foster (Manchester, 1935–). Acaso el arquitecto más carismático de nuestra época, y seguramente el que más ha convocado en su obra la técnica y el futuro. Norman Foster fue un joven de familia trabajadora interesado por las máquinas y los aviones, que se formó como arquitecto en las universidades de Manchester y Yale para establecer en Londres el Team 4: un grupo de amigos con los que realizaría sus primeras obras, del minúsculo refugio Cockpit o la casa Skybreak filmada por Kubrick hasta la ‘arquitectura grado cero’ de la fábrica Reliance Controls, una construcción seca y exacta que inspiraría sus posteriores proyectos independientes, para el naviero Fred lsen, la firma IBM, la compañía aseguradora Willis Faber o el matrimonio Sainsbury, patronos del centro de arte que lleva su nombre. El Banco de Hong Kong y Shanghái fue un hito de la construcción en altura, incrementando la popularidad de su autor y el tamaño de la oficina, que a partir de entonces abordó obras tan innovadoras y colosales como los aeropuertos de Stansted o Chek Lap Kok, tan refinadamente urbanas como el Carré d’Art en Nîmes o el metro de Bilbao, y tan cívicas y simbólicas como las renovaciones del Reichstag y el British Museum. En el nuevo siglo Foster ha continuado explorando dimensiones inéditas, desde la ciudad ecológica de Masdar o la sede de Apple hasta los proyectos de habitáculos en la Luna para la ESA o en Marte para la NASA, mientras en la sede de su Fundación en Madrid se trabaja para atender los desafíos sociales del planeta y para anticipar los retos del futuro.